jueves, 16 de abril de 2020

CUENTOS Y LEYENDAS - LEÓN TOLSTOI



Traducido del ruso por Alexis Marcoff - Biblioteca La casa de los sueños.


EL MANANTIAL

    Era un caluroso día de verano. Tres viajeros se detuvieron junto a un fresco y limpio manantial, rodeado de árboles y húmedo césped, situado al borde del camino. El agua, pura como lágrimas, caía en un recipiente de piedra y desde allí iba a derramarse por la pradera.
    
    Los viajeros bebieron agua del manantial y descansaron a la sombra de aquellos frondosos árboles. Junto al manantial había una piedra en la que se podían descifrar las siguientes palabras:

"Sed iguales a este manantial"

     Los viajeros leyeron la inscripción y se preguntaron cuál sería el significado de la misma.
     - En realidad se trata de un buen consejo -dijo uno de ellos que era comerciante-. El arroyo corre sin cesar, va muy lejos y en su curso recibe de otros arroyos y se convierte en un gran río. Así debe imitarle el humano, ocupándose continuamente de sus asuntos para conseguir triunfar y enriquecerse.
    - No -dijo otro más joven que el anterior-. A mi entender esas palabras significan que debemos preservar el alma de los malos deseos y de las malas acciones. Debemos conservar nuestra alma tan pura como el agua del manantial, que da fuerzas a los que, como nosotros, se detienen para beber. Si al correr por el mundo, su agua se enturbiara no serviría para nada y nadie querría beberla.
    Entonces, el tercer viajero, que era una anciano, sonrió y dijo:
    -El joven tiene razón. Este límpido manantial, dando de beber al sediento, enseña al mismo tiempo a practicar el bien en todo momento, sin esperar agradecimiento ni recompensa.


Soleura - Suiza. Octubre de  2019



LOS DOS HERMANOS

    Dos hermanos salieron juntos de viaje. Cuando llegó el mediodía se acostaron a descansar en un bosque. Cuando despertaron, se extrañaron al ver que cerca de ellos había una piedra con una inscripción. Fueron a ver qué era lo que estaba escrito en ella y leyeron:

    "Quien encuentre esta piedra debe emprender la marcha por el bosque en dirección a oriente. En su camino encontrará un río que tendrá que atravesar a nado. Luego encontrará una osa con sus oseznos. Debe arrebatárselos y correr montaña arriba sin mirar atrás. En lo alto de una montaña verá una casa y en ella hallará su felicidad.¨
    
    Los dos hermanos leyeron la inscripción de la piedra y el menor de ellos dijo:
    - Vamos a ir juntos. Quizás logremos atravesar el río a nado, llevar a los oseznos montaña arriba hacia la casa que hay en lo alto y encontrar en ella nuestra felicidad.
    Entonces el hermano mayor le contestó:

   - No, no iré a buscar los oseznos y te aconsejo que no lo hagas tú. En primer lugar, nadie nos asegura que sea verdad lo que está escrito en esta piedra. Puede tratarse de una broma y además, quizás no hayamos comprendido bien el significado de la inscripción. En segundo lugar, aunque lo que hemos leído sea cierto, podría ocurrir que andando por el bosque nos extraviásemos y no encontráramos el río; además, el río puede ser muy ancho y de corriente rápida y siendo así, no podríamos cruzarlo a nado. En tercer lugar, aunque lográramos cruzarlo, ¿te parece fácil arrebatar los oseznos a su madre? La osa puede atacarnos y en vez de hallar la felicidad en la casa de lo alto de la montaña, pereceríamos tontamente. Por otra parte, aunque lográsemos arrebatar los oseznos a la osa, tampoco sería fácil llegar hasta la casa. Y además, y esto es lo más importante, en la inscripción de la piedra no dice qué clase de felicidad es la que vamos a encontrar. Quizás se trate de una felicidad que no nos interese.
    Entonces el hermano menor dijo:

    - A mí entender no es como tú dices. Nadie escribiría algo en broma sobre una piedra. Además, la inscripción está muy clara y hemos comprendido perfectamente su significado. Primeramente, creo que no corremos gran riesgo intentando conseguir lo que promete. En segundo lugar, si no lo intentamos, puede hallar la piedra otra persona, leer la inscripción, y siguiendo las instrucciones hallar la felicidad. Y nosotros no tendremos nada. En tercer lugar, sin trabajo y riesgo no existe la alegría en este mundo. Y además, no quiero que me tomen por cobarde.
    Entonces el hermano mayor dijo:

    - Hay un proverbio que dice: "Al buscar la felicidad grande, perderás la pequeña." Y también otro: "No me prometas la cigueña del cielo, dame un abejorro en la mano."

    A lo que le hermano menor contestó:

    - Yo también conozco otros proverbios que dicen: "Si temes a los lobos no vayas al bosque." Y otro: "El agua no corre por debajo de la piedra que no se mueve." Yo creo que debemos ir.

    Y el hermano menor se fue solo. A poco de penetrar en el bosque vio el río. Lo cruzó a nado. Pronto y en la misma orilla encontró a la osa dormida. Entonces cogió a los oseznos y echó a correr sin mirar atrás, montaña arriba. Cuando ya estaba en la cima, acudió a su encuentro multitud de gentes que le condujeron hacia una carroza que le llevó hasta una ciudad próxima donde fue proclamado zar.
    Reinó durante cinco años. Al sexto año de su reinado otro zar, más poderoso que él le declaró la guerra. Se apoderó de la ciudad y le expulsó del reino. Entonces el hermano menor empezó a vagar por el mundo hasta que encontró a su hermano mayor. Este vivía, ni rico ni pobre, en una aldea. Los dos hermanos se alegraron al encontrarse otra vez juntos y empezaron a contarse cuál había sido su vida desde que se habían separado.
   El hermano mayor dijo:
   
   - ¿Ves? Yo tenía razón. He vivido tranquilamente; mientras que tú, aunque has sido zar has sufrido muchas desgracias.

   Pero el hermano menor le contestó:

   - No me lamento por haber ido al bosque y subido a la cima de la montaña. Aunque ahora no esté como antes, tengo cosas buenas de mi vida pasada, que recordaré siempre, mientras que tú no tienes nada en qué pensar.

    
Libro ilustrado por José Correas.







    

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